Javier Chauseiro: 50 años haciendo historia en el RGCC
El 16 de julio de 2025, Javier Chauseiro, uno de los actuales encargados de instalaciones del Real Grupo de Cultura Covadonga, cumplió nada menos que 50 años de vida laboral en el Club. Medio siglo de entrega, compromiso y vivencias que lo han convertido en una auténtica leyenda viva del sentimiento grupista.
De aprendiz a referente
Todo comenzó un 16 de julio de 1975, cuando un joven Javier, con apenas 15 años, entraba por primera vez a las oficinas del Grupo como aprendiz, haciendo recados para administración mientras estudiaba en la Escuela de Maestría Industrial de Gijón. Pronto pasó a formar parte de la categoría de Servicios Generales, donde terminará su carrera profesional.
A los 18 años, ya trabajaba como peón, y no mucho después asumía su puesto en la portería principal, la única existente por aquel entonces, durante más de 4 años. A los 25 años, Javier se convirtió en encargado de instalaciones, una responsabilidad enorme, pues implicaba ser el rostro y el motor del funcionamiento diario de todas las dependencias del Club.
Testigo de una transformación histórica
Cuando Javier comenzó, el RGCC era muy distinto. Apenas existían unas pocas instalaciones: la piscina de 25 metros, el complejo náutico exterior, el pabellón Braulio (recién inaugurado por los reyes Juan Carlos y Sofía), la cafetería con vestuarios, el frontón y unas cuatro pistas de tenis. “Todo eran campos de prao”, recuerda con nostalgia.
Hoy, medio siglo después, Javier ha sido testigo y protagonista de la transformación del Club en una de las mayores entidades deportivas del país, con más de 300 trabajadores y decenas de instalaciones de primer nivel.

«Pese a todos los galardones recibidos, el más aplaudido de los homenajeados fue Javier Chauseiro, encargado del personal y de las instalaciones de la entidad deportiva, donde lleva 25 años trabajando.
Historias de una vida grupista
A lo largo de estos 50 años, Javier lo ha visto todo:
- Fue el primer delegado de personal de servicios generales en 1978.
- Vivió la primera huelga general que obligó al cierre del Club.
- Durante la pandemia, mientras todos estábamos confinados, él, junto a sus compañeros, mantuvo las instalaciones en orden y en marcha.
- Recuerda la época en la que todos los equipos del Grupo eran profesionales y competían en división de honor.
- O la histórica inauguración de la piscina olímpica de 50 metros por el entonces Príncipe de Asturias, un hito que Javier considera uno de los mayores avances en la historia del Club.
- Rememora con cariño cuando Juan Antonio Samaranch comió en la cafetería del Club.
También ha vivido momentos insólitos y divertidos, como aquellas asambleas de socios que se alargaban hasta las 4 de la mañana, o las inolvidables fiestas patronales en las que, junto a dos compañeros ya fallecidos, Héctor Piñera y Enrique, carpintero del Club por aquel entonces, lanzaban los fuegos artificiales desde el actual solárium. Los compraban en “La Casa del Chino”, en Cimadevilla, y a menudo quemaban un toldo en la zona de parrilla. “El toldo más repuesto de la historia del Grupo”, comenta entre risas. Algunas veces, incluso los cohetes los perseguían por la terraza.
Y como anécdota que roza lo increíble, Javier recuerda cómo, sobre el año 90, trasladó una bomba desde los guardarropas a la sala de juntas mientras el resto del personal evacuaba el club. “Había que actuar con sangre fría”, dice.
Referente de varias generaciones
Durante estos años, ha trabajado con la inmensa mayoría de los presidentes del RGCC: Carlos Prieto, Rogelio Llana, la Junta Gestora, Manuel Pinilla , Luis Ángel Varela, Juan Manuel Cuesta, Ángel Cuesta, Enrique Tamargo, Antonio Corripio y, Joaquín Miranda. También fue testigo de momentos clave como la fusión con el Centro Asturiano, un proceso lleno de incertidumbre pero que acabó reforzando al Club.
Hoy, con 65 años y 35 como socio de mérito, Javier se siente agradecido y orgulloso de haber dedicado más de media vida al Grupo. «El club me lo ha dado todo, y yo siempre he intentado dar lo mejor de mí», afirma con emoción.
Pronto llegará el momento de colgar las llaves, y dedicarse plenamente a su familia, algo que espera con ilusión.
Una vida, una institución
Javier no solo ha sido un trabajador ejemplar, ha sido pilar, testimonio y corazón del Grupo. Su labor silenciosa pero constante ha contribuido directamente a los logros del club, como las 4 Copas Stadium que guarda con orgullo como parte de “su historia grupista”.
El Grupo, en palabras de Javier, “se hizo grande poco a poco, junto a todos nosotros”. Y nadie como él para simbolizarlo: 50 años después, sigue siendo esa figura que lo ha visto todo, que lo ha vivido todo, y que lo ha dado todo.
Próximamente, Javier pondrá fin a su recorrido laboral en el Grupo, cerrando una etapa única e irrepetible. Desde el corazón de esta institución, queremos darle las gracias por su dedicación incansable, su lealtad ejemplar y su compromiso con cada rincón del Club. Ha sido mucho más que un trabajador: ha sido familia, historia viva y ejemplo para todos. Te echaremos de menos, Javi. Mucho. Pero sabemos que seguirás con nosotros en cada recuerdo compartido. ¡Gracias por todo!
