
Usted, ustedes se preguntarán, ¿por qué cantamos?
Si “estamos” lejos como un horizonte
Si aquí “se quedan” árboles y cielo
Si cada noche siempre “es” una ausencia
Y cada despertar un desencuentro
Usted
Preguntará ¿por qué cantamos?
Sí, cantamos y seguiremos cantando. Desde hace más de 20 años y por muchos otros “veintes”.
Cuando el grupo argentino de inteligente humor Les Luthiers cumplió 20 años desde su fundación, denominaron a su espectáculo “Viegésimo aniversario”. Alguien puede pensar que nosotros intentamos emular, de forma torpe, el humor de aquellos celebrando el 20 aniversario del Orfeón del Real grupo de Cultura Covadonga cumplidos ya los 22 años.
Sabido es que un mal bicho nos robó dos veces el mes de abril. El autor del robo está identificado, aunque desgraciadamente nos está costando recuperar lo hurtado.
A pesar de todo, con 22 o con 20 años, demos al guarismo solamente la importancia que se merece, aquí estamos, observando y sintiendo la vida coral con la intensidad propia de los 20 años (nada de viégesimo aniversario) y con la sabiduría que proporciona esa dilatada o corta experiencia. Siéntase esta circunstancia según cada corazón dicte.
Cuando un chico o una chica se enfrenta a su pasado y se asoma con emoción llena de interrogantes a su futuro el día que cumplen 20 años, siempre se cuela la necesidad de fijar o recuperar recuerdos que le ayuden a conocerse un poco más y a proyectar su futuro.
Para una formación coral como el Orfeón del Real Grupo de Cultura Covadonga, nacida por un acertado impulso de la junta directiva que ejercía como tal en octubre de 2000, y que ha contado con el decidido apoyo de todas las juntas siguientes, resulta fácil, o puede que no, definir su identidad. No, tal vez no sea muy fácil.
El Orfeón del Real Grupo de Cultura Covadonga, no, no es solo la labor de quienes han ejercido la dirección del mismo. Gracias, Carlos Sampedro, Beatriz Suárez, David Roldán, David Pérez, gracias, cómo no, a nuestro actual director Pablo Camblor. Todos ellos han entendido, como diría el compositor Solare, que, al dirigir un coro, la armonía entre las personas es no menos importante que la armonía entre los sonidos
El Orfeón es mucho más que su abultado repertorio que a fecha de hoy se acerca a las 300 obras que transitan por una gran diversidad de estilos y autores, desde experimentos que se pueden definir como onomatopéyicos hasta las más consagradas, nunca mejor dicho, obras de música sacra. Por cierto, aquí donde nos tienen, nos hemos atrevido, con más empeño que fortuna en ocasiones, con obras en muy diferentes idiomas: Alemán, Francés, Italiano, Inglés, Latín, Zulú (no es broma), Purépecha (lengua de Michoacán, México), Catalán, Gallego, Euskera, Asturiano (cómo no), Castellano… En todos los casos, con independencia de la lengua en la que interpretáramos la obra, hemos sido capaces de emocionarnos y hemos intentado emocionar.
El Orfeón también va más allá de sus componentes tomados de forma individual. Por esta formación coral, han pasado, sumadas a las presentes, bastante más de 100 personas. Tristemente algunas de ellas nos acompañan ya desde el recuerdo. Por ellas y para ellas también cantamos. Más allá de cuerdas y divisis, siempre, todos hemos intentado sonar como una única voz polifónica, si se me permite la aparente contradicción. Cuantas personas han pasado por el Orfeón han regalado tiempo y esfuerzo, pero particularmente algunas, con su especial dedicación también a labores de organización, gestión y documentación, han facilitado las cosas a los demás. Como somos bien nacidos, estamos obligados a ser muy agradecidos con todas ellas. MUCHAS GRACIAS. Ah, y un recuerdo muy especial para nuestra compañera Carmen. Pronto volverá con nosotros a la cotidianeidad del coro, seguro.
El Orfeón va más allá de los conciertos y actuaciones, por mucho que sobrepasen el número de 250, por muchos territorios que hayamos recorrido (Asturias, Galicia, Castilla y León, Cantabria, Madrid, Castilla la Mancha, Italia…), por más galardones y reconocimientos tanto regionales como nacionales e internacionales que hayamos tenido.
El Orfeón sí, es todo lo anterior en armónica suma, pero también muchos más intangibles. Es la entrega al grupo coral, la lealtad al mismo, el disfrute compartido. Es esa íntima satisfacción estética que te desborda y que necesitas que inunde la sensibilidad de otros.
La música, cantar, ese sublime lenguaje con el que pueden expresarse los más sublimes sentimientos (la redundancia es intencionada). Cantar en coro es una actividad que compromete a todo nuestro cuerpo, pero especialmente conlleva un ejercicio psíquico y mental sumamente beneficioso tanto para el que canta como para el que escucha. Por eso, cuando el presente y el pasado armonizan entre sí (y consigo mismo), las personas sabias, siempre que pueden, se aclaran la garganta y cantan a coro. Dejan que la armonía roce al ser por dentro, que mitigue los problemas cotidianos, que atisbe respuestas llenas de sensibilidad y gozo, que una lo grande y lo pequeño, que halle la hermosura deseada, que deje que el corazón se exprese desde lo mucho o poco que conoce. De eso y mucho más se trata.
“Amo escuchar un coro, decía Paul McCartney. Amo la humanidad al ver los rostros de gente real siendo devotas a una pieza de música. Me gusta el trabajo en equipo. Me hace sentir optimista sobre la raza humana cuando los veo cooperar así. “
20 años cantando, sí. 20 años cantando no es nada, que diría el tango, pero al mismo tiempo, ¡es tanto!
No queremos grandes fastos en la celebración de nuestro vigésimo, que no viégesimo aniversario. Solo queremos seguir cantando. Sí, cantando. Cantando haciendo nuestros los versos de Mario Bendetti. Porque ustedes se seguirán preguntando.
¿Por qué cantamos?
Cantamos porque llueve sobre el surco
Y somos militantes de la vida
Y porque no podemos ni queremos
Dejar que la canción se haga ceniza.
Cantamos porque el grito no es bastante
Y no es bastante el llanto ni la bronca.
Cantamos porque creemos en la gente
Y porque venceremos la derrota.
Cantamos porque el sol nos reconoce
Y porque el campo huele a primavera
Y porque en este tallo, en aquel fruto,
Cada pregunta tiene su respuesta.
¡LARGA Y ARMÓNICA VIDA AL ORFEÓN DEL REL GRUPO DE CULTURA COVADONGA!
Y QUE USTEDES LO PUEDAN DISFRUTAR.
(Miguel Alonso Ponga. Miembro del Real Grupo de Cultura Covadonga desde su fundación)